domingo, 6 de diciembre de 2020

Capítulo 42




Eugenio padre trata que el dolor lo acerque a Ana pero esta solo está pendiente de su hijo.

--¡¡nuestro matrimonio está roto.¡ --le grita ella.

--Ahora debemos estar más unidos que nunca. --desesperado.

Ella lo mira con rencor.

--¡¡te dije que nunca perdonaría una infidelidad y me engañaste. me engañaste con esa ramera que casi causa una tragedia.¡

--¡¡fue hace mucho.¡ ¡¡no estábamos casados.¡

Ana lo bofetea.

--¡¡no seas descarado y por eso te perdoné pero que te dije entonces¡ ¿¿qué?

Eugenio agacha la cabeza. Ella misma se responde.

--¡¡te dije que no te perdonaría ninguna mas. que me iba a divorciar y así lo haré¡

Eugenio la mira muy triste:

--no puedes hablar en serio.

--En cuanto mi hijo se recupere tu y yo nos divorciamos.

Eugenio trata de acariciar a su esposa:

--ahora estas muy mal. ya hablaremos en otro momento.¡

Ella se lo saca de encima:

--¡¡a mi no me toques. si quieres tocar a alguien toca a una de esas pérdidas con la que estás.¡

Eugenio esta frustrado. Dolido. Necesita desahogarse.

--¡¡pues lo voy a hacer.¡

Esta muy herida. Necesita descargar su rabia por lo que ha pasado y también vengarse de su esposo. Ana ahora no piensa en nada. Solo en su hijo que lucha entre la vida y la muerte. Se acerca a su lado. Lo mira con pena. Se queda sentada a su lado. En silencio. Lo que más le angustia es pensar en lo que pasara cuando se recupere y le tenga que decir que su hijo está muerto. Sabe que no lo va a poder soportar y que preferiría no despertar de saberlo. Eso la está matando. Eugenio en el ascensor se encuentra con una joven de raza negra muy bella y sensual, de no más de 20 años que lo desnuda por la mirada.

--¿¿tienes fuego? --le dice ella muy provocadora.

Él le da un cigarro, se lo enciende. Ella lo devora con los ojos. Su escote es casi que no deja nada a la imaginación. Es la mejor medicina para un hombre herido. Un marido frustrado.

--¿me llevas en tu auto?

Él no dice nada. Ella no espera y lo ataca en el mismo parquink. Es un polvo muy rápido. Ella no se queda muy satisfecha. Se arregla la ropa con decepción.

--esperaba algo mejor.

A Eugenio sí le ha servido el desahogo. Se abrocha los pantalones relajados:

--lo siento pero es que ahora no es mi mejor momento.

Ella le escribe el número de celular en la mano:

--llámame. no me quiero quedar con un mal gusto.

Eugenio no le dice nada. Ahora que ya ha descargado lo único que quiere es perderla de vista. El canoso hombre enloquece a la ansiosa  y juguetona joven. Ella lo besa, el no responde. Víctor pasa por su lado. Se sorprende aunque no le enoja. Le gusta la amiga de su padre y ahora que ya no está Camilo pues no le importaría nada compartirlas con su padre. Toca a los cristales del auto. La pareja mira al intruso. Eugenio se siente incomodo. Víctor mira a la joven con cara de degenerado. A ella le encanta su mirada.

--no está nada mal tu amigo aunque me gustan más los maduritos--dice ella.

--Es mi hijo --dice el saliendo del auto.

La chica se ha quedado con ganas de un buen polvo y Víctor tiene todas las condiciones de ofrecérselo. Víctor mira a su padre con complicidad.

--no es lo que parece --dice Eugenio.

Víctor se ríe. Le pone la mano en los hombros a su padre:

--papa. a mi no me vengas con esas. De alguna manera te tienes que desahogar y no hay nada mejor que el sexo para aliviar tensión.

--No se lo digas a tu madre --dice angustiado--- ella me está odiando y si se entera de esto me odiara mas.

Víctor le guiña el ojo:

--tu secreto está a salvo conmigo. Aunque me gustaría que me hicieras un favor.

--dime.

Sediento Víctor mira el escote de la joven. Su lívido se enciende a límites insospechados.

--¡¡que rica está la negrita con la que has cogido y yo que llevo un par de días seco. --si la convences para que deje que yo me la tire nos olvidamos lo que ha pasado.¡

--A mi me da igual. eso es cosa suya.

Eugenio ahora lo que quiere es irse. Desaparecer. Víctor mira con cara de sátiro en celo a la negrita que le responde excitada. Le encanta el descaro del guapo hijo de ese madurito que recién conoce.

--que carita de enferma sexual que tiene --le susurra a su padre.

Le entrega las llaves del auto a Eugenio y le dice:

--yo me encargo. sé cómo convencer a las mujeres. A mi ninguna me dice que no.

 Eugenio abraza a su hijo paternalmente. Víctor le da una palmada en el hombro cómplice. Eugenio se va en el auto de Víctor mientras que Víctor reemplaza a su padre. Mira a la joven con una sonrisa picara. Ella le mira el paquete.

--¡¡madre mía. que grande la tienes.¡

Víctor sonríe con orgullo:

--tu eres de las mías.

La agarra del cuello y se la tira a la entrepierna para que siga. 

--luego vamos a mi casa. estaremos más tranquilos.

Ella no dice nada porque tiene la boca ocupada. Él jadea satisfecho por el trabajo que le está haciendo.






Aunque sabe que es una locura, que es muy difícil que la vea, Eugenio cada día pasa un rato por la Plaza Mayor. Se queda en esa cafetería. Cada día se va vencido.

--es una locura. ¡¡es un imposible.¡¡

Ella pasa por ahí y lo busca.

--no debo pensar en él.

Pero le emociono la ternura de él. Le duele pensar que perdió una oportunidad de ser feliz.

--¡¡es el hermano de una basura.¡

Pero no quiere que él se quede con el recuerdo de que es una perdida. Se da por vencida.

--¡¡nunca lo voy a encontrar.¡¡

No coinciden. Cuando ella viene, él se va. Cuando él se va ella viene. Cuando entra ella en un sitio, él ya ha salido.


Anita pasa los días siguientes tumbada en su casa con el alma negra. No deja de llorar. Su madre se queda a su lado. Es Ángela la que pasa por la clínica a preguntar por su cuñado y siempre habla con Víctor. Él la trata con mucho cariño. La herida que nunca cicatrizo esta más abierta que nunca pero Víctor jamás le hace ningún comentario. Hera es la que a veces está con él. Ángela siente celos pero se los calla. Hera siempre que él la deja acompaña a Víctor, es ella quien le da el desahogo que necesita. Susana informa a su hija puntualmente:

--tu marido sigue estable.

Ana responde con violencia:

--¡¡que me importa.¡ ¡¡debería estar preso.¡

Siente un gran odio hacia ese hombre que tanto amó pero que ahora la ha causada el mayor de los daños.

--no digas eso. Todos están preguntando por ti. Eres su esposa. Deberías estar a su lado. Ahora que él despierte te va a necesitar más que nunca.

Pero Anita no está dispuesta a apoyar a su marido.

--¿es que quieres que se muera.? --Susana preocupada.

Con mucho odio Anita dice:

--¡¡no.¡ ¡¡eso no.¡ ¡¡eso seria demasiado fácil para el.¡ ¡¡quiero que viva. quiero que viva toda la vida sabiendo que su hijo murió por su culpa.¡¡ ¡Ese será su castigo¡ ¡¡VIVIR¡

Susana acaricia los cabellos a su hija.


En ese momento Francisco abre los ojos. Aturdido. Vuelve a la vida. Su madre está con él. Está feliz porque se ha recuperado, porque está a salvo pero la mujer sabe que aun a su hijo le falta pasar la prueba más dura.

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