martes, 8 de diciembre de 2020

Capítulo 67

 




Gustavo esta protagonizando una carrera contra reloj. Una carrera de la que depende la vida, la salud, el bienestar de Ignacio. Con los peores tratos posibles, los secuestradores encierran a Ignacio en el maletero del auto.

--¡reza porque tu hermano llegue pronto¡

Gustavo llega al primer cajero. En él usa todas sus tarjetas  y saca todo el efectivo que puede. Está muy nervioso. Se le caen billetes, los sobres que agarra  para meterlos. Tiene clavado en su alma el grito desesperado de su amado. Se mete en el auto. Le queda tiempo de sobras pero no va tranquilo. Por suerte la noche trae las carreteras desiertas y maneja a toda la velocidad que le es posible. En unos segundos pasa por su mente la película de su historia con Ignacio. Sus primeros encuentros, su amor, su sexo. Los malos momentos. Y retumbando en su mente el grito de auxilio. Sus ojos llenos de lágrimas.



Hera y Víctor están desnudos en la cama. Descansando bien satisfechos. Hera tiene su cabeza apoya en el pecho desnudo de él. Víctor esta algo ausente fumándose un cigarro. Esta relajado pero triste.

--¿como te sientes?

A Víctor no le gusta expresar sus emociones:

--como siempre.

--supe que tu hermano se fue. estaba con la tía cuando fue a despedirse.

Víctor se incorpora en la cama. La mira un poco agresivo:

--le hablaste de mi?¡

Ella lo mira fascinada. Lo acaricia.

--No, claro que no. yo nunca te haría esto. Tenemos un pacto y yo nunca me arriesgaría a perder lo que tenemos.

Víctor se relaja. Sonríe orgulloso. Le encanta la dependencia que su  prima tiene hacia él. Hera de nuevo apoya su cabeza en el pecho de el:

--la tía me invitó a comer.. Me preguntó por mi hermana.

--¿tu hermana? --pregunta sorprendido-- ¿la mama de Ignacio?

--Si. resulta que está de regreso y quería saber si yo sabía algo.

--¿de regreso la prima? ¿¿justo ahora que la tía Carmen se fue? --extrañado.

--A mi también me sorprendió pero así es mi hermana.

Víctor se queda algo preocupado:

--Esto no me gusta nada. Espero que tu hermana no tenga pensada alguna manera de fregar a Ignacio.. El pobre chavo ya ha sufrido bastante.

--¡¡oye que estás hablando de mi hermana.¡ ¡¡es la madre.¡

--¡una madre que abandonó a su hijo.¡ --reprocha.

Antes que se peleen Víctor la besa:

--¡ya. deja de pensar en cosas feas y piensa en mi¡

El le guiña el ojo. Ella lo besa, lo abraza. Víctor le acaricia la cabeza:

--¿cuando sabrás si ya saliste preñada?

--En un mes. pero es muy pronto.

--Yo soy muy macho y el macho preña a las mujeres solo de mirarlas. --dice seductor.

--No seas tonto. Eso no tiene nada que ver. ¿no que tu gemelo quiere tener un hijo? Hace meses mi mama me lo contó y nada.

--Eso es diferente. Es culpa de ella. Se harán una inseminación.

--pero si ella ya ha sido madre.

--Como sea. es culpa de ella. Mi hermano es bien macho. --dice con cara de sátiro.

--Eres un machista --sonríe-- pero adorable.

Él la guiña el ojo y ella lo besa.

--pero igual, ojala que no, pero no creo que sea tan fácil. Llevo años tomando la píldora. Mi cuerpo se tiene que acostumbrar ahora.

A Víctor le hace ilusión ser papá:

--Ya verás como muy pronto mi hijo estará dentro de ti.

Los dos se sonríen, vuelven con las caricias. Con los besos.








Gustavo con desesperación llega a una vieja fabrica. Ya lo están esperando. Le hace señas para que pare. Por la ventanilla muestra unos sobres:

--¡aquí está el dinero¡¡ ¿donde está Ignacio?

--¡¡No salgas del auto.¡ --le dicen.

Abre el maletero. A Gustavo se le hiela la sangre al verlo de esa manera.

--¡dame el dinero¡

Gustavo deja que uno de esos hombres compruebe el dinero. 

--¡¡todo es correcto ¡ --dice.

El hombre se lleva todo el dinero. Como si fuera un saco de patatas tiran a Ignacio al piso y se van corriendo en el auto. Gustavo corre a ayudarlo. Lo desata. Esta desesperado. Los dos se abrazan con ansiedad.

--¡¡estas bien.¡ ¿¿estas bien?

Ignacio lo mira con ojos llorosos:

--me salvaste la vida. Me salvaste la vida otra vez.

Gustavo se muestra muy cariñoso.

--tu harías lo mismo por mi ¿no?

Ignacio agacha la cabeza con culpa:

--me porte muy mal contigo.

Gustavo no deja de sonreír:

--ya no digas nada.

 Lo ayuda a levantar. Le da sus bastones.

--ahora mismo vamos al hospital.

--No. estoy bien.

Gustavo lo trata con cariño. Es como si no hubiera pasado nada. Es como antes de la llegada de Raúl. Gustavo se muestra protector. Lo ayuda a caminar e Ignacio se deja.

--Mira como te dejaron. ¿te lastimaron.?

--un poco pero nada grave.

--creí que me moría. si te pasa algo me muero. --dice mientras lo lleva al auto.

--yo sabía que no me pasaría nada. confiaba en ti. --Ignacio sonriendo.

Gustavo lo acaricia:

--has sido muy valiente. --le dice dulcemente.

Los dos se miran con mucho cariño. Durante todo el camino no se dicen nada. Ignacio hace que duerme. Son muchos sentimientos dentro de él que no quiere enfrentar. Aunque ha pasado un buen susto, Gustavo está contento de que Ignacio quiere ir con el a la casa. Lo acuesta en la cama. Le cura las heridas muy amorosamente. Ignacio se deja llevar y lo besa en los labios.

--que haces? --pregunta Gustavo sorprendido.

Ignacio lo sigue abrazando queriéndose apoderar de su cuerpo:

--no digas nada por favor.

Gustavo lo mira con una tierna sonrisa. Ignacio se coloca sobre él, lo va desnudando. Gustavo trata de evitar un error:

--si es para pagarme que te haya salvado, no.

--es porque te amo y necesito sentirte mío. No me rechaces. No me hagas pensar -le suplica.

Gustavo no lo rechaza.

--te amo tanto.

Estaba deseando que el chico se olvidara de todo y se centrara en su amor. Se entregan el uno al otro en un amor pasional puro, una comunión perfecta de cuerpo y alma. Duermen abrazados toda la noche. Se echaban de menos. Los despierta al amanecer el sonido de teléfono. Ignacio vuelve a la realidad cuando Gustavo le dice:

--ya tienen los resultados del ADN: Nos esperan a todos en la clínica.

La sentencia está ya firmada. Los chicos se miran nerviosos. Ignacio lo abraza con angustia:

--¡si somos hermanos me voy a matar¡

Gustavo se lo aferra a su cuerpo para no dejarlo escapar.





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