Camilo toca a la puerta de casa de su hermano. Lo va a abrir Víctor, envuelto en la sabana. Camilo le guiña el ojo:
--¿y que como están los recién casados?
Víctor se sonríe con complicidad.
--nunca pensé que me gustara tanto estar casado.
Los dos hermanos se abrazan.
--¿y cómo es que entras llamando? Sabes que esta es tu casa.
--No, ahora es tu casa. Tienes una familia. Debo respectar tu intimidad --dice Camilo muy amoroso.
--tú y yo somos uno. No hay intimidad que valga.
--Hera no creo que opine lo mismo.
--pero espero que entre tú y yo nada cambie.
Los hermanos se hablan y se abrazan con el mismo amor de siempre.
--¿y tú que tal la noche de bodas?
Camilo mira a su hermano serio y dice:
--Nos vamos con Victoria a Disney World.
Víctor acaricia a su hermano triste. Le duele que no sea feliz como hombre. Lo besa.
--espero que os vaya bien en esta luna de miel a tres.
--No, finalmente Ángela no va, perdió el pasaporte.
--¿¿¡qué? ¿¿te vas de luna de miel sin tu esposa? ¿¿¡qué clase de matrimonio es el tuyo?¡
Aunque en esos momentos a Camilo solo le importa la niña, a Víctor le preocupa que su hermano vaya a ser infeliz.
--ya no me regañes.
De nuevo abrazos, cariños. Besos.
--bueno, que a vosotros sí que os vaya bien.
--No tampoco salimos.
--¿y eso?
--Es que no sé que hice con los pasajes, los pasaportes. No sé si debimos dejarlo en el bolso de Hera que tampoco encontramos. Disfrutaremos de la luna de miel encerrados en la casita.
Víctor y Hera están tan felices que tampoco se extraña que ellos mismos hayan perdido los que les falta. Están tan felices que les da igual un sitio u otro para pasar su luna de miel. Los hermanos se vuelven a abrazar. Víctor se saca la sabana. Hera está en la cocina preparando el desayuno. Sólo lleva un delantal. Él la mira con deseo:
--con una cocinera así cualquiera deja la cocina.
Muy excitada le agarra los glúteos.
--no se si me quedaron bien los huevos.
El la muerde en el cuello:
--no me importa nada. Si estás conmigo no me importa nada.
--No sigas que me pierdo y se me van a quemar los huevos. --dice ella coqueta.
Pero el sigue y sigue. Ella acaba cediendo. El le arranca el delantal, caen en la besa. Jadea. Los huevos, las tostadas, el café. Todo se quema.
--¡¡mira lo que me hiciste hacer.¡ --se queja ella.
Hera esta triste:
--era mi primer desayuno para mi esposo.
Víctor lo mira amoroso:
--yo no necesito que cocines para mi. Yo solo quiero que me ames.
Ella lo abraza:
--¿tu tu me amas?
--Nunca pensé que diría estas cosas pero sí. Si te amo por eso me casé contigo.
Ahora es ella la que lo empuja a la mesa pero todo esta lleno de humo y es él quien se separa de ella.
--primero vamos a arreglar este desastre y luego yo mismo te preparo el desayuno mientras me esperas desnuda en la camita.
Los dos se miran picaros y se besan.
Rosana le está dando el desayuno a Jorgito llena de nostalgia. Esta en esa casita donde fue tan feliz junto a Jorge pero él no está con ella. Jorge está en la puerta. Desea entrar. Decirle a esa mujer que la ama. No la quiere perdonar todavía. Se muestra frio. Toca a la puerta. Rosana va abrir con el pequeño en brazos. Se miran emocionados.
--¿porque llamas?
--porque ahora esta es tu casa. ¿puedo pasar?
A Rosana le duele la frialdad de él.
--Jorge tu y yo…
Él no la quiere escuchar. Se muestra serio. Frio. Ella está segura que la odia y que lo ha perdido para siempre. LLora por eso.
--Tú y yo nada. Mi hijo te necesita y tú y yo nos comportaremos como unos padres separados. Vivirás en esta casa, yo te pasaré una pensión y os vendré a ver cada día un rato, pero nada más.
A Rosana se le parte el alma. Ama a ese hombre y le duele haberlo perdido pero siente que no puede hacer nada más. No lo quiere presionar. Acepta lo que él le dice. Él esperaba que se opusiera. Le duele pensar que no lo ama y como que tiene al niño pues ya no le importa nada. Con la dureza de un General Jorge le ordena:
--por cierto, vendrá a ayudarte con Jorgito una anciana.
--¿una anciana?¿para que? No necesito a nadie.
--Es una anciana que me cuidó a mi de niño y quiero que te ayude a ti. Se quedará a vivir aquí.
A Rosana le duele pensar que Jorge la quiere tener vigilada.
--¿y cuando vendrá?
--No sé. Yo te aviso.
Jorge va hacia la puerta. Ella lo mira con amor, con deseo. Quiere tocarlo pero no se atreve.
--¿no te quedas a desayunar?
El no se gira y dice brusco:
--cuando quiera estar con mi hijo te aviso y me lo llevo.
Se va dejándola muy triste. Se queda en la puerta un rato. Siente que su corazón le va a estallar. Le ha costado fingir indiferencia cuando la está amando, cuando la quiere besar. Rosana abraza a su bebé y solloza por el desamor de Jorge:
--Ya no me quiere. Tu papá ya no me quiere y es mi culpa.
Jorge pega la oreja en la puerta. Le conmueve la tristeza de ella. Escucha bien lo que dice:
--yo amo a tu papa. teniéndote a ti seré la mujer casi más feliz del mundo pero todo sería perfecto si también lo tuviera a él. Las locuras que hice por amor a tu padre pero no me sirvió de nada.
Jorge sonríe satisfecho. Entra como loco en la casita de al lado.
--¡¡ME AMA. ME AMA¡
Eugenio sale en boxers con un café en la mano y cara de medio dormido.
--¿que tanto gritas?
Sonriendo de felicidad Jorge dice:
--Rosana me ama.
--Eso te lo he dicho yo muchas veces ¿se reconciliaron?
--No aun no. tengo algo pensado para ella --dice Jorge sonriendo con cara de malo.
--a ver si no estropeas las cosas. No enreden más las cosas --Eugenio conciliador.
--es una pequeña broma que se merece. Me tomó el pelo --divertido.
--y de Angélica que has pensado.¿qué harás con ella?
--Nada. Ella me dijo que me iba a pagar un alquiler por la tienda y el departamento y se lo voy a aceptar. No me sobra el dinero como para regalando casas.
Los dos hermanos se sientan en el sofá. Eugenio ya le tiene preparado el desayuno. Jorge se lo agradece con una sonrisa. Entre tostada y tostada van hablando.
--¿echas de menos a la niña?
--No, me da pena por ella, que no tenga papá pero ni modo. también me gustaba tener dos hijos, la parejita..
Eugenio mira a su hermano con una sonrisa picara y le dice:
--pídele la niña a Rosana. Estoy seguro que le encantará llevar un hijo tuyo en su vientre.
se miran cómplices. Jorge le acaricia la cabeza.
--eso luego.
Los dos ríen.
--conseguí lo que me pediste.
--perfecto. --dice Jorge sonriendo travieso.
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