lunes, 7 de diciembre de 2020

Capítulo 53

 


Raúl despierta contento. Ana ha dormido con él. La despierta con el desayuno. Ella se siente extraña pero bien.

--¿arrepentida?

Ana se pierde en sus brazos:

--No. Por primera vez no siento culpa cuando hago el amor contigo.

Raúl sonríe con orgullo y la besa. Él se levanta envuelto en la sabana. Ella se queda en la cama mirándolo con miedo.

--¿te vas?

Raúl se sirve un café..

--¿quieres que me vaya?

--No me quiero quedar con la duda de saber lo que habría podido pasar. Aunque no te llegara a amar tanto como a Eugenio quizás podría llegar a quererte.

El se sienta en la cama, le cede la taza. Ella bebe.

--ahora conozco tus secretos --dice ella contenta.

--Eso espero y que me des una oportunidad. 

 Ella lo mira coqueta y lo acepta de nuevo entre sus brazos.



Carmen hace el amor con el marido de su hermana. Le excita que sea en la cama que ocupa con su marido. Esa cama que nunca ha conocido una pasión como la que se está viviendo en esos momentos. Ella está conmocionada. Quiere pasar un rato rico abrazado a ese hombre que tan satisfecha la ha dejado. Algo que con su marido no pudo. Eugenio no le da tiempo. Sale de la cama totalmente desnudo. Ella se abraza a esas sabanas con emoción.

--Nunca había estado con otro hombre. Nunca supe lo que era disfrutar del sexo en serio.

Eugenio la mira con frialdad. Se viste a toda prisa.

--tampoco le des demasiada importancia. No volverá a pasar. Si se lo quieres decir a tu hermana. por mi mejor.

Él se va dejándola tirada. La hace sentir una prostituta. Llora. Aunque no es que esté arrepentida porque nunca se había sentido tan mujer sabe que ha estado mal acostarse con el marido de su hermana y solo por vicio. Le duele haber caído en sus brazos. Haber permitido que él la utilizara. Después de haber vibrado en sus brazos no puede seguir viviendo una mentira. Tampoco podría volver a mirar a su hermana a la cara. Hace algo que debió hacer mucho, prepara una maleta y deja esa casa en la que solo ha sido feliz como madre.



 

Ignacio y Gustavo han llorado un buen rato abrazados el uno en el otro. Ignacio busca sus bastones para levantarse.

--No, espera. que yo te ayudo.

Ignacio lo mira distante:

--No, quiero hacer yo. a partir de ahora tendré que acostumbrarme a estar solo.

--¿¿que tontería estas diciendo?

--Pues eso. Que no puedo vivir contigo como mi hermano. Aunque cuando te conocí me hubiera hecho ilusión saber que éramos hermanos ahora pues me duele mucho.

--Nada tiene porque cambiar.

Los dos están muy tristes. Muy dolidos.

--Todo ha cambiado porque yo no podría estar ya contigo sin besarte. sin hacer el amor.

Gustavo lo mira enamorado y le dice:

--Nos podemos besar siempre que queramos. No les tenemos que rendir cuentas a nadie de si hacemos o no el amor.

--¡¡es horrible lo que dices. somos hermanos.¡

Gustavo quiere besarlo pero Ignacio se aparta y casi se cae. Gustavo le ayuda a sentarse.

--¿¿ves lo que estas logrando con tus tonterías? --le reprocha.

--Es que si me besas te darás cuenta que no estás besando a tu hermano. sino a tu Gustavo.Soy el mismo Gustavo de siempre. Si somos primos, hermanos. ¿¿qué me importa? --dice Gustavo despreocupado.

--Eso no quita que seamos hermanos.

Gustavo le agarra la mano. Los dos se miran y se estremecen:

--¿y si no lo somos? Aquí lo que está claro es que tu madre y mi madre se acostaron con el mismo hombre pero no se a lo mejor ni ellas mismas sabes quiénes son nuestros padres.

--¿¿quieren decir que son unas pérdidas?

--Eso no importa pero tal vez no digan toda la verdad.

Gustavo acaricia a Ignacio con cariño pero este lo rechaza.

--No me rechaces.

--Lo siento pero a estas alturas de mi vida estaba bien como estaba. No quería un hermano. --dice Ignacio dolido.

--No podemos estar seguros de eso.

--¿y si lo somos?

Gustavo atrapa la mano de su amado y no deja que se le escape:

--Yo te amo y yo estoy dispuesto a hacer como si no hubiera pasado nada. Los sentimientos no se pueden cambiar digan lo que digan. --con desesperación.

--Yo quiero saber si somos hermanos o no.

--¿para qué?

--Porque si eres mi hermano no quiero volver a verte.

Eso le duele tanto a uno como al otro. Con lágrimas en los ojos Gustavo le suplica:

--No me digas eso porque me estas matando.

--No podemos hacer otra cosa.

Gustavo se golpea los puños:

--¡¡en mala hora se le ocurrió aparecer a tu padre.¡

--pero apareció y no podemos olvidarnos. ¿por qué no hablas con tu padre y se hace un ADN junto al de Raúl?

Gustavo hace que no con la cabeza:

--¡¡yo no te voy a ayudar en eso¡

Ignacio se lo suplica y Gustavo no le puede negar nada:

--de acuerdo pero con la condición de que hagamos el amor.

Ignacio esta escandalizado:

--¿¿estas loco? ¿¿que quieres demostrar?

--que me amas. pese a todo me amas.

Aunque le cuesta Ignacio logra ponerse en pie con sus bastones. No acepta la ayuda de Gustavo.

--Me voy. No pienso vivir con un depravado como tu.

A Gustavo le duele mucho la manera en la que lo trata Ignacio:

--¿¿donde vas a ir?

Ignacio siente demasiado dolor y no soporta estar con Gustavo.

--No se. dormiré en la calle.

Gustavo lo quiere acariciar pero Ignacio lo mira con mala cara. Gustavo levanta sus manos:

--está bien. No te vayas. quédate. haremos las cosas como quieras . no abusare de ti.

Habla con dolor y ternura.

--hasta que sepamos el resultado del ADN dormiremos en habitaciones separadas y nos trataremos lo menos posible. –Ignacio.

Gustavo lo mira con dolor pero lo acepta:

--sabes que me estas lastimando ¿no?

--¿y crees que a mi no me duele?

Los dos están muy atormentados. Es como si a cada uno un puñal ardiente les atravesara el arma. 

--¿y si somos hermanos que pasara?

--pues se acabo. No nos volveremos a ver.

Esa  respuesta golpea el alma de Gustavo. Ambos se miran llorosos.





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